Cuando hablamos de terrores nocturnos no nos referimos a sueños que producen miedo, sino a etapas del sueño en las que al niño le cuesta pasar del sueño profundo al superficial.
El niño no los recuerda, y poco se puede hacer para ayudarle durante ese terror; se esperará a que acabe, abrazándolo y calmándolo hasta que vuelva a la realidad.
En principio, no son algo significativo. Sí sería conveniente acudir al especialista, si se dieran con mucha frecuencia y/o se convirtieran en algo muy molesto.
Se trata de reacciones de miedo ante los sueños desagradables; estas reacciones pueden llegar a ser aterradoras. Normalmente, responden a sentimientos de inseguridad, preocupaciones, miedos,...
Lo mejor es despertarle y tranquilizarle. El niño recordará su sueño.
Durante el día, puede hablarse sobre ese sueño, con el fin de ir calmando esos miedos.
Aparecen con mayor frecuencia en niños inseguros y ansiosos, que se preocupan mucho por las cosas.
El niño, sin despertarse, se levanta de la cama y deambula por la casa.
Se trata de una alteración del sueño, donde los mecanismos encargados de la relajación y la inmovilidad que, normalmente, se produce durante el sueño, son inmaduros y no actúan.
Suele mejorar espontáneamente, aunque cabe la posibilidad de tratamiento médico.
Es la dificultad de conciliar el sueño o, de que una vez conciliado, el niño se despierta y no puede volver a dormirse
Habrá que descartar si se está tomando alguna mediación que pueda estar provocándolo.
A partir de esta eliminación, será conveniente valorar de forma más profunda las circunstancias individuales que rodean al niño en cuestión, y establecer un tratamiento.
FUENTE: WEB elpsicologoinfantil.com
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